Hace 200 años una lesión grave en la cabeza era una sentencia de muerte, era impensable que se pudiera solucionar de alguna manera. Ni se diga los tumores que eran muy difíciles de detectar y que simplemente cobraban la vida de quienes los padecían.
Hoy en día se pueden abordar con precisión tumores y otras lesiones localizadas en zonas de muy difícil acceso, como la base del cráneo, es decir en la unión del cerebro con la columna, y es posible entrar por la nariz con equipos de alta tecnología y retirar esos tumores sin causar daño alguno a todos los tejidos cercanos, ni a los nervios.
El avance médico en la cirugía del cerebro ha sido enorme. Hoy que se conmemora el Día Internacional del Cerebro, les invitamos a un viaje por la historia de la neurocirugía y su fascinante evolución que hoy hace posible que sanemos y conservemos nuestro órgano más complejo, el cerebro.
Aunque los seres humanos han realizado trepanaciones (agujeros en el craneo) desde la era del mesolítico, estas generalmente se hacían con fines rituales y místicos. Es realmente en 1835 que se realizó la primera neurocirugía como tal, practicada por el profesor Zanobi Pecchioli de Pisa, quien describió haber practicado con éxito la resección o extirpación de un meningioma (tumor del sistema nervioso) y relató otros 16 casos de trepanaciones.
En las siguientes décadas estos procedimientos se fueron mejorando a raíz de que los médicos empezaron a optar por ramas específicas de práctica y estudio, lo que hoy conocemos como especialidades. Fue así que nació la neurología y la neurocirugía.
A mediados del siglo XX, se inyectaban sustancias de contraste para ver, a través de radiografías, cómo se comportaban las arterias en el cerebro y de acuerdo a eso conocer donde había lesiones como tumores.
Los avances continuaron y apareció la tomografía que permitió por primera vez ver una imagen del cerebro, sin abrir el cráneo. Después llegó la resonancia magnética y los estudios neurofisiológicos como la electroencefalografía y la electromiografía, con los cuales podemos diagnosticar lesiones con mucha mayor precisión hoy en día.
Esto constituyó el primer gran paso para que podamos intervenir quirurgicamente con mayor exactitud y menor riesgo de daño a los tejidos cercanos.
Sin embargo, los mayores saltos de evolución de la neurocirugía se han dado, sin duda, a partir de la “Década del Cerebro” que inició en el 2000.
De Grandes Craneotomías a la Cirugía Mínimamente Invasiva
La evolución de la neurocirugía es la suma de tres factores determinantes: el desarrollo de la técnica quirúrgica, los estudios en anatomía, microanatomía y los avances tecnológicos. La sinergia de estos tres han hecho posible la cirugía mínimamente invasiva durante la última década.
En esto han jugado un papel clave la evolución del Microscopio, el Exoscopio, el Endoscopio, la Neuronavegación y el Monitoreo Neurofisiológico Transoperatorio.
Todas esta herramientas permiten la resolución de las patologías neuroquirúrgicas, acelerando la recuperación y sobre todo preservando la función del cerebro, la médula y la vida misma de cada paciente. A continuación queremos compartir los avances más destacados:
En las primeras cirugías de cerebro, en el siglo XX, se utilizaba un instrumento quirúrgico que se llamaba Trépano de Hudson, para realizar agujeros en el cráneo que permitan llegar al cerebro. Ahora, se realizan estos huecos con motores de precisión denominados “motores de fresado y de corte” que permiten hacer cortes milimétricos con la fuerza que tendríamos que hacer para dirigir un lápiz y de esa manera dar la forma exacta que se necesita para cada procedimiento quirúrgico. Este se constituyó en el primer gran paso hacia la neurocirugía de avanzada.
Con la entrada de la cirugía mínimamente invasiva se dio un salto evolutivo enorme al pasar de grandes craneotomías (operación quirúrgica en la que se extrae un parte del cráneo para poder acceder al cerebro) a mini craneotomías del tamaño de un moneda de 25 centavos.
Cuando hablamos de cirugía mínimamente invasiva nos referimos a procedimientos que dañan lo menos posible los tejidos alrededor de la lesión o en el camino a ella. Antes, existían lesiones o tumores que se consideraban inoperables por encontrarse en zonas del cerebro a las que era muy difícil acceder. Sin embargo con el aparecimiento de la cirugía mínimamente invasiva ahora en muchos de los casos es posible llegar a estas lesiones y sanarlas, preservando la función de cada parte del cerebro y sin dañar los tejidos circundantes.
Para lograrlo fue necesario ir por otros caminos. Se encontraron formas de llegar a lugares complicados del cerebro navegando por el cráneo o por unas cavidades que existen en el cerebro que se llaman cisternas de la base del cráneo, en lugar de atravesar por complicadas zonas cerebrales que podrían afectar funciones determinadas como la vista o el habla. Las técnicas de Neurocirugía Mínimamente Invasiva aprovechan los orificios naturales, como las fosas nasales para acceder a las lesiones y a los tumores cerebrales complejos.
Para entender cómo es posible esto, es necesario que comprendamos qué son los tractos cerebrales. A menudo pensamos en el cerebro como una gran masa de tejido suave y gelatinoso, pero en realidad el cerebro es más bien como una bola de estambre de lana, con fibras que van en una dirección, fibras que van en otra y así fibras y fibras que van por varias direcciones. Esto es lo que se denomina tractos cerebrales, y al conocer ampliamente el neurocirujano sobre ellos, puede diseñar una forma de abrirse paso entre estos tractos, evitando cortes y con la ayuda de tecnología, para llegar al lugar exacto de la lesión, sin dañar a su paso el tejido cerebral.
Para esto es necesario el neuronavegador, un instrumental de última generación que actúa como una especie de GPS o mapa del cerebro. Permite al neurocirujano tener la mayor precisión acerca de dónde se ubica exactamente la lesión. Ofrece una cirugía guiada por computadora, en que las imágenes diagnósticas y las que se obtienen durante la cirugía de forma directa, se unen.
El neuronavegador consiste en una cámara de rayos infrarrojos que se enlaza con una estrella refringente anclada al paciente que al trabajar con la computadora sofisticada del neuronavegador, triangula la posición mediante un instrumento especial de navegación que permite ubicar al Cirujano en la posición exacta del instrumento dentro del cerebro.
Esto al asociarse con el Monitoreo Neurofisiológico Transoperatorio ayuda a que los procedimientos neuroquirúrgicos sean mucho más seguros.
El Monitoreo Neurofisiologíco Transoperatorio es una herramienta fundamental en la neurocirugía de avanzada, mediante la cual se monitorean todas las funciones del sistema nervioso durante el el procedimiento quirúrgico y se puede prever posibles daños. Se colocan electrodos que van midiendo la actividad de diversos nervios cercanos al área donde se realiza la intervención. Este sistema se conecta con el neuronavegador y así permite conocer si en el camino se va pasar demasiado cerca de alguna zona compleja que pueda comprometer alguna funcionalidad del cerebro y modificar el rumbo para alejarse de esa zona. Esto permite que el cerebro quede indemne después de un procedimiento quirúrgico y la recuperación del paciente sea más acelerada.
Otro gran adelanto es el Exoscopio, considerado como una variante avanzada del microscopio, que a través de una pequeña cámara permite proyectar en una pantalla en grande el procedimiento que se está realizando, así todo el personal del equipo de cirugía puede mirar lo que está sucediendo, ofrece una mayor maniobrabilidad de los instrumentos quirúrgicos, mantiene una imagen ampliada del procedimiento con mejores ángulos, cuida la ergonomía del cirujano durante el procedimiento, lo que potencia sus capacidades, sobre todo en las intervenciones que duran varias horas. Todas estas ventajas hacen que el exoscopio pueda ser utilizado en todos los campos de la neurocirugía, facilitando un adecuado desarrollo de las cirugías.
A esto se suma la neuroendoscopia. Uno de los avances más recientes en el abordaje de lesiones profundas del cerebro y del sistema nervioso central es la aplicación de la endoscopia, muy desarrollada en otras áreas de la medicina. Su aplicación en la neurocirugía ha permitido reducir la mortalidad, acortar el procedimiento quirúrgico y la anestesia con procesos de recuperación más rápidos. Antes se usaba un gran microscopio, que es un lente gigante desde el cual se buscaba ver las lesiones más pequeñas e intervenir, ahora con el endoscopio se usan lentes minúsculos que pueden navegar a través del cerebro, sus tractos y sus cavidades naturales para llegar a la lesión y tratarla.
Juntos la Neuroendoscopia y la Exoscopia permiten ahora realizar un neurocirugía de 360 grados, algo así como mirar las imágenes que puede captar un satélite en un televisor de 4K, realizar un acercamiento, mirar desde un ángulo y luego desde otro, todo esto ayuda al cirujano y su equipo de realizar los procedimientos con mayor precisión, considerando la lesión desde varios ángulos y previniendo cualquier daño colateral.
Y así la conjunción de la tecnología actual más los conocimientos y destrezas del médico neurocirujano permiten hoy en día realizar procedimientos quirúrgicos que hace 200 años solo se podía soñar y hacerlo reduciendo al mínimo los riesgos de daños a tejidos cercanos. Esto hace que cada día la neurocirugía sea más precisa, segura y salve vidas, permitiendo a los pacientes una vida sin dolor.
Te invitamos a ampliar más sobre cada uno de estos avances en el siguiente video de Neuro Al Aire:
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Créditos
Redacción: María José Lasso – Periodista.
Dirección: Dr. Juan Francisco Lasso – Neurocirujano.
Artes visuales: REACT – Estudio creativo ( Ver más AQUÍ).