El canal estrecho cervical es la compresión que producen las estructuras óseas de la columna cervical sobre las estructuras nerviosas y su asociación concomitante de dolencias óseas, musculares y articulares.
Nuestros huesos no son estructuras inertes o estáticas, están en constante moldeamiento y renovación a través de células que generan hueso (osteoblastos) y otras que lo reabsorben (osteoclastos). Así, los osteoclastos destruyen y reabsorben el hueso viejo o dañado, mientras los osteoblastos lo renuevan por hueso saludable. Este proceso se hace mediante un programa genético que es susceptible de dañarse por enfermedades hereditarias, congénitas, autoinmunes, traumáticas y envejecimiento, entre las más importantes.
Una vez que se ha alterado este programa perfecto entre osteoblastos y osteoclastos, sobreviene un fenómeno degenerativo que conlleva cambios inflamatorios y estructurales en los huesos y articulaciones, que concluyen en la deformación de la columna con compresión de los nervios y la médula espinal y, consecuentemente, la producción de un canal estrecho espinal (estenosis espinal).
Su manifestación principal es la debilidad en los brazos, que los pacientes relatan cómo: “me pesan los brazos, me cuesta dificultad el peinarme, se me caen las cosas de las manos”; en otras ocasiones, lo refieren como “me tiemblan las manos”.
Estas manifestaciones motoras van acompañadas de manifestaciones sensitivas que se constituyen en un dolor del cuello que se extiende a los miembros superiores desde los brazos hasta las manos; el dolor se extiende en toda la longitud del nervio afectado pudiendo llegar desde el cuello hasta la mano con un dolor frecuentemente sordo, profundo, constante, a veces con ardor, otras veces con sensación de helarse las manos y otras manifestaciones de dolor neuropático. Es frecuente que el paciente indique que se le amortiguan las manos, sobre todo cuando se “recuesta a dormir”, lo que muchas veces se confunde con el síndrome del túnel carpiano.
En lo posterior y por compresión de la médula, aparecen síntomas de canal estrecho lumbar.
Su diagnóstico requiere de tres parámetros: 1) el diagnóstico clínico, 2) el diagnóstico neurofisiológico, y 3) el diagnóstico de imagen.
El diagnóstico clínico se basa en la correcta interpretación de los síntomas y los signos que el paciente informa al médico y constituye el 80% del diagnóstico.
El diagnóstico neurofisiológico es la comprobación de los síntomas y los signos observados durante el diagnóstico clínico mediante exámenes como la electromiografía y los potenciales evocados, que nos permiten observar si hay o no lesiones de los nervios y cuál es su magnitud a través de gráficos y medidas matemáticas precisas, que virtualmente nos permiten ver los nervios.
Finalmente están los estudios de imagen, como la resonancia magnética y la tomografía, que nos permiten obtener una imagen anatómica de las lesiones; sin embargo, estas imágenes no son la última palabra y adquieren importancia solo al correlacionarse con los hallazgos clínicos y electromiográficos (además de otras pruebas neurofisiológicas).
No existe curación total, pues esta enfermedad compromete grandes territorios de la columna espinal, sin embargo existen tratamientos clínicos que pueden controlar gran parte de sus síntomas y tratamientos quirúrgicos que pueden mejorar en gran medida la función medular.
En un principio, debe tratarse clínicamente como dolor mixto neuropático y somático osteoarticular mientras el electromiograma y los potenciales evocados de miembros inferiores no evidencien deterioro de los nervios implicados, que es cuando pasamos a la decisión quirúrgica.
Hay que considerar en forma general los riesgos inherentes al tratamiento y al no tratamiento:
Los riesgos inherentes directamente a la cirugía son:
Hasta hace algunos años no había una alternativa real para la enfermedad, sin embargo se han diseñado nuevas técnicas quirúrgicas que permiten resolver en gran parte el problema. Estas técnicas son: la disectomía más espondilectomía anterior, que consiste en sacar el disco intervertebral dañado y retirar los picos de hueso que invaden al canal por donde pasa la médula y a los canales por donde salen los nervios; la laminoplastia, que consiste en abrir el arco posterior de las vértebras a manera de bisagra y colocar puentes de titanio que amplíen el arco posterior y consecuentemente todo el diámetro del canal medular de las vértebras cervicales (ver cirugía Canal estrecho cervical en la imagen)
Todos los procedimientos de este tipo deben hacerse con monitoreo transoperatorio neurofisiológico.
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